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La Promesa

Tras el beso más amargo de ‘La Promesa’, Adriano cuestiona lo impensable

En el capítulo de este viernes de la ficción de La 1 de TVE, Curro ha sido presionado para revelar dónde estaba Martina, y Lorenzo ha hecho un ERTE en cocinas

Foto: Catalina ha sido cuestionada por Adriano, en el capítulo de este viernes de 'La Promesa'. (RTVE)
Hace días que la duda ronda sobre el personaje de Catalina en la serie La Promesa. Por mucho que ha llegado a avanzar casillas en su relación con Adriano, la joven hija del marqués de Luján en la ficción de época que La 1 de Televisión Española emite entre semana en torno a las 17:30 horas, no ha terminado de lanzarse a la piscina por él. En el capítulo de este viernes, la muchacha ha conseguido algo impensable, pero también ha sido puesta en un aprieto.
El episodio de hoy del melodrama protagonizado por Ana Garcés, Arturo García Sancho y Eva Martín, ha comenzado con el interrogatorio que los Luján le han hecho a Curro sobre el paradero de Martina. Hasta el marqués ha abroncado a su sobrino por haber ido por su propia cuenta al sanatorio, y tanto Ayala como Lorenzo le han preguntado quién se creía que era para hacer aquello. Curro ha seguido estoico, afirmando que no les diría nada mientras existiese la posibilidad de que devolviesen a Martina al sanatorio.
Margarita ha suplicado a Curro que les dijese dónde estaba su hija, con tal de ayudarla, y ha prometido que jamás permitiría que regresase a aquel infierno. Pero Curro ha aclarado que no era aquella la confirmación que buscaba.
A solas, Alonso ha intentado presionar a Curro para que hablase, pero el chico solo ha dicho que Martina estaba a salvo. “No sabes las penosas condiciones en las que vivía”, ha reprochado el muchacho a su tío, aunque Alonso ha proclamado que él intentó frenar a Ayala. “Aunque ahora no lo reconozcas, Martina y tú podríais necesitar ayuda”, ha pensado el marqués. Pero Curro ha dicho que solo el conde podría garantizarle la protección de la chica. Mientras no lo hiciese, Martina no volvería a La Promesa.
Margarita ha prometido que jamás permitiría que Martina regresase a aquel infierno
Margarita ha encontrado a Manuel y Curro jugando al ajedrez, y les ha acusado de divertirse mientras ella desconocía dónde estaba Martina. “Deja de torturarme con todo esto”, ha pedido la señora. La tía ha dicho a Curro que no tenía ni idea de lo que había pasado mientras batallaban en la guerra: “O acabáis de una vez con todo esto, o vuestra prima puede acabar en la cárcel”. ¿Quién pasará antes por el aro: Ayala o Curro?

Cruz da el brazo a torcer

Manuel ha seguido rogando a Cruz que le pidiese disculpas a Catalina. El aviador le ha sugerido que se apiadase de ella, pues no había podido seguir adelante con su vida y sus negocios, y aquello era un problema de toda la familia y, por ende, también de la marquesa. A Cruz le ha dolido que Manuel se pusiera de parte de su hermana, pero el hijo ha continuado poniéndola en un aprieto: si no pedía perdón, le aconsejaba prudencia, pues de seguir haciendo daño a la familia, podría perderle a él también.

Su amiga María Antonia, por su parte, le ha hecho ver a Cruz la otra cara de la moneda: llevaba demasiado tiempo enfrentada a Catalina, y a ojos de Manuel y Alonso, ella era la mala. Estaba en su mano convertirse en la heroína: “No se trata de humillación, sino de una jugada de estrategia”.

Así que Cruz se ha dignado a acceder al hangar, espantada por las condiciones en las que vivía su hijastra. Catalina se ha quedado a cuadros de verla allí. La joven ha comentado que prefería ver musarañas, que la presencia de ciertas personas, y Cruz le ha indicado que quería pedirle que abandonase aquel lugar y regresase a palacio.

Antes de que Catalina se diese cuenta, Cruz ya estaba pidiéndole disculpas por el malentendido con la prensa. La marquesa ha asegurado que algunos periodistas tergiversaron sus palabras, y Catalina le ha preguntado si acaso había tenido en cuenta cómo le afectaron aquellos comentarios. Cruz ha tenido que morderse la lengua, y ha reiterado sus disculpas.

Lope, despedido

Por su parte, Vera le ha dicho a su madre, la duquesa de Carril, que era feliz siendo criada, y que no debía molestarse en volver a visitarla. Acto seguido, la chica ha aclarado a Santos que sabía que él había enviado la invitación a su madre, y que ya no conseguiría derrumbarla, por lo que podía ir olvidándose de ella de una vez por todas.

Lope también ha sufrido un incómodo encuentro. En su caso, con el capitán De la Mata. Lorenzo le ha pedido explicaciones a la evidente bajada de calidad de las mermeladas que destinaban al ejército español. El militar ha pedido nombres de los responsables en cocina que estaban flojeando, y Lope ha dicho un alto y claro: el capitán don Lorenzo de la Mata. El cocinero ha acusado a su “jefe” de haber obtenido materia nefasta, que hacía que gran parte de la fruta quedase inservible.

Lorenzo ha arremetido contra todos, despidiendo tanto a Lope como a Candela y Simona

Lorenzo se ha indignado ante semejante acusación, y ha arremetido contra todo el mundo, despidiendo tanto a Lope como a Candela y Simona. Cuando el chef ha bajado a cocinas para anunciarlo, Virtudes ha temido que la secreta elaboración de mermeladas más exquisitas, para conseguir la adopción de Adolfito, pudiera perjudicar a su madre y compañeros.

La gran pregunta de Adriano

Adriano ha preguntado a Catalina si pensaba volver al palacio después del perdón de su madrastra, y ella ha admitido que ya no tendría mucho sentido estar allí encerrada. La muchacha ha aprovechado que el labriego estaba allí para hacerle un regalo: un nuevo traje a su talla. “Así no sentirás que vas disfrazado de otra persona”, ha explicado ella, en su particular manera de pedir perdón. Con ello, le ha propuesto al chico vestirse de gala para despedir el hangar aquella noche.

La velada iba bien entre ellos dos, y Adriano ha dejado caer que quizás había llegado el momento de que fuesen algo más que amigos. Inesperadamente, Catalina ha dudado, y ha terminado besando al campesino, pero ha sido un beso tan amargo, que Adriano la ha frenado: “Creo que me has besado para no darme explicaciones”.

Adriano ha pensado que Catalina no había podido superar su relación con Pelayo, y le ha pedido que fuese sincera consigo misma: “Dime que me equivoco y no volveré a mencionar su nombre”. ¿Qué dirá Catalina? ¿Volverá a aparecer el conde de Añil por los terrenos de La Promesa?

Source: https://edition.cnn.com/
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