‘La Promesa’ (El momento más hermoso): La esperanza puesta en Curro
‘La Promesa’ (El momento más hermoso): La esperanza puesta en Curro
Martina recibe noticias de Curro
Martina está encerrada en la habitación del sanatorio, pero en ese momento entra un enfermero y ella le pide que no le haga nada.
Pero él le entrega una carta y se marcha de la estancia. La joven abre el sobre y comienza a leer las primeras líneas: «Quererte no es para tanto ni para siempre».
La sobrina del marques rompe a llorar desconsoladamente y dice: «Curro». Así, que ella sigue leyendo: «Creí que lo que sentí por ti no era para tanto, que tus abrazos y tus besos, tus caricias no eran para tanto. Creía que el amor no era para tanto, creía que quererte no era para tanto. Pero te aseguro que ahora soy plenamente consciente de que quererte no es para tanto, es para siempre».
Curro se despide de la joven expresándole: «Sé que no tiene que ser nada fácil tu adaptación al sanatorio, por eso quiero que sepas que haré todo lo que esta en mi mano para ayudarte».
El conde quiere deshacerse de Martina
Martina le confiesa al doctor del sanatorio: «Yo no debería de estar aquí, todo ha sido un error señor, en la casa en la que vivo hubo un intento de asesinato».
La joven no puede parar de llorar y continúa expresando: «Alguien intentó culparme a mí, escondiendo el frasco de veneno en mi habitación».
El médico le pregunta: «¿Y por qué ha terminado en este sanatorio?», a lo que ella le responde: «Porque es lo que mi madre pactó con el hombre al que envenenaron, porque él piensa que soy yo, pero se equivoca».
El doctor le explica que en el informe médico su familia escribió que Martina tiene cambios de humor. «Eso lo ha escrito el conde de Ayala, él que se quería deshacer de mí», afirma la sobrina del marques.
«Quizás el conde está preocupado por usted y esa es la razón por la que la ha ingresado, para que se cure de su mal», contesta el especialista. La joven se enfada y le grita: «Que yo no me tengo que curar de nada».
El doctor le explica: «Por el momento seguirá con el tratamiento, tomará las pastillas que se le ordenen y obedecerá en todo a las enfermeras».
Catalina se arrepiente de pasar la noche con Adriano
Adriano le confiesa a Catalina: «Haga lo que haga no puedo dejar de pensar en ti. La otra noche que pasamos fue una de las cosas más maravillosas que me ha pasado en la vida. Ha sido lo más cerca de ser feliz, pero me da que tú no opinas lo mismo que yo».
La joven le responde muy seria: «Para mí también fue maravillosa la otra noche», pero le continúa explicando: «Por la mañana cuando te vi a mi lado me asuste, no quiero que pienses que te imagino de tu brazo frente al altar, pero tampoco quiero que pienses que soy una mujer que yace con cualquiera».
Él le pregunta: “¿Crees que nos hemos precipitado?», pero la hija del marqués le expresa que no quiere hacer las cosas rápidas para que no salgan más.
El joven se emociona y le dice: «Creo que es la mejor declaración de amor que me podrías hacer», y le añade: «Tú tomate el tiempo que necesites, yo te voy a saber esperar».
Catalina no quiere a Cruz
Manuel quiere saber por qué Catalina y su madre han discutido. «Le dio por echarme en cara el fin de mi noviazgo con Pelayo», y le continúa explicando: «Gracias a Cruz la historia de mi ruptura con Pelayo acabo en la prensa»
«¿Qué se publico exactamente?», pregunta Manuel. Así, que su hermana le cuenta muy enfadada: «Se dijo que las dos razones de la ruptura había sido que la novia tenía un carácter indómito y las continuas infidelidades de Pelayo».
Le muestra unos dibujos y le dice: «Y acabaron apareciendo en la prensa caricaturas mías vestida con pantalones y luciendo un mostacho, poniendo a prueba mi feminidad».
Manuel comenta con enfado: «¿Cómo pudieron hacer algo así?», a lo que su hermana le aclara: «Tu madre se dedico a mover todas sus influencias».
Manuel se instala en su nuevo estudio
Manuel está organizando su nuevo estudio, pero en ese momento entra la marquesa y le dice muy seria: «Así que este es tu nuevo rincón».
«Aquí es donde voy a trabajar a partir de ahora, entra mucha luz para dibujar y es bastante tranquilo», confiesa el joven.
Sin embargo, Cruz no está de acuerdo y le comenta: «Este es el sitio más frío de la casa». Ella quiere que opte por otra estancia y le pregunta: «¿Por qué no te vas a la biblioteca a trabajar?».
«Suele estar padre y continuamente está entrando y saliendo gente», responde Manuel. Pero Cruz insiste y le comenta: «Y tu alcoba, no me negarás que no es más vistosa que este cuartucho».
Su hijo le explica: «Tampoco me gusta pasarme el día en la misma habitación en la que duermo». Así, que su madre le confiesa: «Deberías regresar al hangar», pero él le responde: «Sabes que está viviendo mi hermana Catalina».
«Catalina y sus extravagancias», dice la marquesa con ironía. Manuel le recuerda que está en el hangar por una disputa que tuvieron.
La marquesa le pide que no quiere hablar de esa maleducada, pero el joven no está de acuerdo con la actitud de su madre.
Martina decide cambiar de actitud
La enfermera entra en la habitación y Martina le dice: «Me noto de mejor humor». Así, que la enfermera le responde: «Puede que te esté haciendo efecto la medicación que te estamos dando».
«A partir de ahora me portare bien y obedeceré», responde Martina. La trabajadora del sanatorio se sorprende y le comenta: «Menudo cambio de un día para otro».
«Es que sé que estaba equivocada», confiesa la joven. La enfermera se alegra y le confiesa: «Ya verás que si haces caso, mejorarás pronto y mucho».
Martina quiere que vuelva su compañera para pedirle perdón, ya que no se porto bien con ella. «Lo consultaré con mis superiores y ahora a tomarse la pastilla», dice la trabajadora del centro.
La joven se la toma sin rechistar, pero cuando la enfermera se marcha, ella decide escupir la medicación en un pañuelo.
Adriano está enamorado de Catalina
Adriano le confiesa a la hija del marques: «Es que estoy enamorado de ti y creo que te quiero». Catalina se sorprende y le expresa: «Es que no sé que decir».
«Sino hace falta que digas ‘na’, si yo soy el que no puede parar de hablar. Nunca había conocido una mujer como tú con la que se puede hablar de todo, a la que admiro», argumenta el empleado de la finca.
La joven le dice: «Me vas a sonrojar», a lo que el joven le responde: «Nunca había sentido lo que siento por ti y mírame aquí ‘enamorao’ hablando y hablando sin poder parar».
Catalina no sabe qué decirle, pero acaba confesándole: «Lo que pienso es que eres muy directo», pero Adriano le contesta: «Y lo siento, pero es que necesitaba decírtelo».
Los marqueses pasan la noche juntos
Los marqueses entran en el dormitorio para cambiarse. Cruz le dice a Alonso: «Me ayudas a desvestirme», así que el marqués le responde: «Será un placer”.
«Tómate tu tiempo no tengo ninguna prisa», afirma la marquesa. Pero Alonso no puede desabrochar los botones y dice: «Creo que lo voy a necesitar».
Cuando le quita el vestido le dice: «No ha sido tan difícil». Ella le comenta con picardía: «Parece que te has ganado una recompensa».
El marqués le confiesa: «Ya es una recompensa admirarte en todo tu esplendor», pero ella le pregunta: “¿Y qué solo me vas admirar?».
Alonso se acerca y le dice: «Sigues igual de bella que cuando nos casamos», a lo que Cruz le responde: «Y tú sigues teniendo los mismos ojos del muchacho que me enamore». ¡Los dos se besan apasionadamente!
Martina se disculpa con Juana
Juana está en la habitación con Martina, pero la joven tiene trastorno de personalidad y cree que ella es la sobrina del marques.
Martina le sigue la corriente y le dice: «Quería pedirte perdón por lo que sucedió entre nosotras el otro día y como acabaron las cosas».
«Te refieres a cuando trataste de agredirme», dice la joven. Así, que Martina le responde: «Sí», a lo que su compañera le expresa: «No te preocupes eso es parte del pasado».
Juana le dice que ella es sobrina de un marqués y que quiere que le peine. Martina está muy sorprendida con la actitud de la joven, pero le comenta: «Dime que peinado quieres que te haga».
Juana le da un abrazo y le confiesa: «Eres mi mejor amiga, la mejor amiga de Martina».